Gratos recuerdos, experiencias, el paraíso y soñar despierto, así definiría a los paraísos de mi vida.
– El primero se remonta a mi infancia, aquellos veranos de Ceuta en el patio castillo, donde casi todo transcurría mecánicamente, levantarte y desayunar, hacer las pequeñas tareas, como ir a la tienda por un cuartillo de aceite, la copa de ginebra para la tripa de la abuela, llamar a tu amigo Manolo Luque, si él ya no lo había hecho antes, correr a los pollos del patio cada vez que lo cruzabas y una vez concluida estas tareas, aguantar los consejos de siempre antes de ir a la playa, «no te bañes antes de hacer la digestión dos horas», «ponte la gorra», «cuidado con el levante», «a las tres en casa» y salíamos toda la chiquillería corriendo a la playa del Recinto, todavía no comprendo lo de las horas, pues ninguno llevábamos reloj. Después de comer, la siesta obligada y nos íbamos a limpiar el cine de verano para poder ir gratis por la noche con tu bocadillo de tortilla francesa y un ramo de uvas, eran muy felices esos veranos, veranos de juegos, playa, correrías, ese fue mi paraíso infantil.
– El 2º llega con la juventud, el momento de la transgresión, quieres cambiar el mundo y conseguir un Paraíso para la humanidad, tenía 18 años, hacía dos del Mayo del 68, el hombre pisó la Luna( estaba en París ) y empieza la lucha política contra el opresor y sus leyes, te fijas metas como la República que dará paso al Socialismo y después a la utopía de la Sociedad sin clases a la que por fin llegaríamos, detenciones, cárcel, condenas, busca y captura y no derrotas al tirano, se muere. El paraíso que deseas lograr esperas conseguirlo por otro camino, pues el tirano fue como el Cid, después de muerto acabó con una gran parte de la oposición real, llegaron los políticos y confías en ellos, tu vida sigue, la lucha por el paraíso la aparcas, puede esperar.
– El 3º se inicia con otra reflexión, aquella época ha pasado y con la muerte del dictador estableces otras prioridades, los estudios abandonados, la lucha inacabada por su muerte, tienes otras necesidades, te has hecho adulto, te casas, tienes hijos, un trabajo, viajas y en uno de esos viajes llegas al lugar donde encuentras el Paraíso ( si realmente existió, creo que fue allí ), estando en el Pan de Azúcar de Río de Janeiro, mirando la bahía la fui despojando mentalmente de puentes, barcos, carreteras, edificios, personas y aeropuerto, poblándola de exuberantes plantas, árboles y animales, allí estaba, pasé varias horas imaginando como era todo, creo que fue el sueño más bonito que he tenido nunca, aún tengo ese recuerdo en mi mente y de vez en cuando lo recuerdo como si lo estuviese viviendo, precioso, ahora lo estoy viendo nuevamente.
– El 4º es llegando a una edad cercana al declive, tienes otros gustos, la lectura, los paseos solitarios, la quietud, los pensamientos en una mirada perdida y en unos de esos momentos, sentado sobre una piedra en el campo, sintiendo el frío en el rostro, vas pasando página a página tu vida, te has vuelto más celoso de tu intimidad y te planteas el futuro de la senectud, notas que te falta algo, algo que dé sentido a lo realizado y caes en la cuenta de que te gustaría moldear a alguien para que tus experiencias y conocimientos no se queden ahí, desearías traspasarlos para que ese alguien sea espejo de muchos, no querrías que se perdieran contigo, ahora te das cuenta de esos hijos a los que no prestaste atención, únicamente le distes caprichos y necesidades ahora los necesitas para guiarles y enseñarles, te gustaría tener un vástago desde los inicios, realizar la obra nunca empezada, ese podría ser mi último paraíso y a él, le dedico estas letras.
José Enrique Centén Martín
Sieteiglesias, 29 de Enero del 2009
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