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¿Qué deseamos ser, amigos o lobos?

Maquiavelismo¡Oh Europa!, tú que fuiste el germen de la civilización occidental, copiada por el resto del orbe al ser la forma más equilibrada para ser gobernado. Gracias a Atenas sentaste las bases de la Democracia, gracias a Roma la Justicia con el Código Romano, con ellas durante veinticinco siglos las estructuras y las tradiciones tomaron conciencia creando la civilización europea, resumida por Václav Havel en 1991 «conciencia de una determinada política y determinados principios intelectuales y universales», y definido por Gustav Mahler como: «la tradición es la transmisión del fuego, no la adoración de las cenizas».

Ahora Europa está en una encrucijada debida al pragmatismo, filosofía norteamericana de  Williams James (1842-1910), desarrollada con el inicio del imperialismo norteamericano donde la otredad es la clave. Actualmente la quieren aplicar con Europa y los europeos al entenderlo como un espacio de intereses comunes en cuestiones políticas y económicas. Previamente bombardeando la sociedad, durante decenios, con propaganda consumista hasta quedar atrozmente atrapada y sometida a vivir el momento, la satisfacción individual en detrimento del colectivo, haciéndoles olvidar y repudiar la esencia cultural de veinticinco siglos, recordando solo las cenizas de él y despreciando la dignidad y la vida de otras personas como dicta la naturaleza, pudiéndose considerar como un atentado al derecho natural.

Ejemplo de ello es el acuerdo comercial que se está gestando actualmente con los  USA, sin luz ni taquígrafos, un acuerdo secreto, obscuro, clandestino, beneficioso para las multinacionales, incrementando privilegios a las corporaciones, permitiendo a los inversores presentar sus quejas a los «tribunales internacionales de arbitraje», al margen de la justicia y a menudo compuestos por abogados de las mismas empresas, siendo  perjudicial para la soberanía de los Estados de la UE, acuerdo conocido como TTIP. David Schneiderman lo denuncia como un «Nuevo Constitucionalismo» al garantizar los derechos de los inversores por encima de los derechos de los ciudadanos, y obligando abolir seis de las ocho normas fundamentales de la OIT las que afectan fundamentalmente a los trabajadores. Tratado que puede hipotecar el futuro democrático, económico, ambiental y social de los Estados de derecho, para someterlos a los intereses de las multinacionales. Corroborando la predicción de Thomas Hobbes (1588-1679) en su obra «Leviatán», cuando analiza que al anular las leyes, el poder y el orden estatal, los hombres se devorarán unos a otros como animales al no contener su bestialidad, es decir su «brutalidad natural», en contradicción a la filosofía de la Antigüedad con ejemplos de amistad, como puede ser la obra de Aristóteles «Ética de Nicomaco» o la de Cicerón «De amicitia» conocida también por «Laelius».

Debemos de hacer prevalecer una comunidad política conforme al ser humano, atajando la injerencia en los asuntos estatales por advenedizos y representantes de las corporaciones, introducidos subterfugiamente como diputados en el Parlamento Europeo, donde actúan a favor de intereses particulares en contra de quienes les eligieron; puede ocurrir en Grecia, donde un partido político desea devolver la esencia, esto es, la transmisión de aquel fuego intelectual en beneficio colectivo, como se puede entender en el programa de Syriza liderado por Alexis Tsipras, en su lucha contra el bipartidismo que llevó a la ruina a su Patria.

Por eso es necesario preguntarse la propuesta más factible para España en las próximas elecciones del 2015, ¿qué comunidad deseamos?, la resultante a los intereses particulares, cuya consecuencia pregonó Hobbes definida en la frase «homo homini lupus», o la más racional de Tomás de Aquino «homo homini amicus». Tenemos la respuesta en el voto, dado que es ilusorio creer que quienes provocaron la crisis van a solucionarla.

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